sábado, 28 de diciembre de 2013

Regresa.

En tu ausencia es cuando más te siento. Cuando imagino tu aroma y me abrazo con el recuerdo de tu cuerpo junto al mío. En tu ausencia, te pienso. Te sueño. Te quiero pegado a mis labios, intercambiando la galaxia de tus ojos con los míos. En tu ausencia te quiero de vuelta y te quiero mucho. En esta ausencia, y aunque sólo dure esta noche, me doy cuenta de que los segundos se me alargan de manera desesperante, y las horas sin ti, me comen viva como si no fueras a volver... En tu ausencia es que descubro. Y es que, sólo ahora que no estas, es que pienso que el "te quiero" no me alcanza para invadirte de las emociones que me arrancas... y te sueño, y te quiero, y te espero, y te... Regresa. 

martes, 12 de noviembre de 2013

Lo que somos.

Somos del tipo que desordena mesas y revuelve camas. De esos, que ensordecen calles enteras y erotizan ajenos, casi, contra su voluntad. Somos de aquellos que se desean a distancia y se desbordan en rasguños, cuando se tienen cerca. Somos, naturalmente, de esos seres que en miradas se desnudan y en abrazos se cohesionan... somos de ese tipo.
Pero también, somos de aquella clase de entes a los que les sudan las manos. Esos que pierden el control de su latido vital, que sienten como bombea con fuerza, cuando el otro aparece, incluso, en pensamiento. Somos de los que se hablan con miradas, y se prometen mundos que con palabras niegan. Somos de los que se sonríen, desviando la dirección de sus ojos... los nerviosos. Los que podrían pasar horas mirándose, regalándose versos, con las yemas de los dedos.
Somos de los que desean, de los que se enamoran. Somos hoy, sin certeza de mañana. Somos todo, y nada, y tanto... y me encanta lo que somos.

Él y ella.

Ella, la que de soñar se canso y se decidió por actuar sin recompensas fingidas. La que jugaba a probar, porque en resultados, nada la hacia quedarse. La que no se amarra. La que se resiste. Casi podría decirse que no es la misma ella.
Él, el que siempre estuvo ahí: callado, a la distancia; con una vida corriendo, en paralelo a ella. Que por momentos la pensaba y no entendía porqué.
Él... el que llego a cambiar la dirección de su juego. Que, aunque se esfuerza en hacer justamente lo contrario, no deja de crearle motivos, momentos y sonrisas, que la incitan a amarrar sus pensamientos a él... con pleno uso de su voluntad.
Ella, que de él, no pide nada. Y aún así, de una irónica y retorcida manera, sueña con darle todo.

En este café.

Te pienso en servilletas de un café que conocimos. Aquel café, con esa mesa que quedo marcada por mi nombre en pedazos de madera.
Te pienso, aún sin tener motivante que me lleve a tu recuerdo. Te pienso. Te pienso porque el motivante más fuerte eres tú. Tú que decidiste hacer presencia en mi vida, después de tanto tiempo sólo coexistiendo.
Tú, con tus manías, con tus miradas, con tu ceja levantada... Tú, que me invitas a ceder mis minutos. Que desvías a este ser de su egoísmo natural, y lo provocas a pensar en ti... Tú, que, después de mucho tiempo, me antojas, de manera irremediable, ser tu "mi".

jueves, 8 de agosto de 2013

Octavo piso.

Había una cosa de la que ella siempre tendría seguridad. Sabía que, al llegar la noche, se acercaría a la ventana y, lentamente, desnudaría su cuerpo justo frente a aquel marco de metal. Lo que nunca logró descubrir, era si lo hacía por la exaltación que le provocaba pensar que alguien pudiera estar observándola desde algún punto lejano, o simplemente por sentir como el aire era capaz de tocarla como ninguno hombre jamás lo haría..

viernes, 28 de junio de 2013

Mi ventana, en el octavo piso.

Siempre supe que era amante de las ventanas. Toda mi vida pensé que sería hermoso tener una habitación con ventana. Una que me mostrará paisajes interminables. Historias desconocidas. Sueños cumpliéndose lejos de mi conocimiento. Hoy, la tengo... y la pierdo en unos días.
Me gustan las ventanas porque seleccionan sólo una parte del universo y te invitan a elaborar cuadros interminables sobre el resto de la imagen que no llegas a ver. Te ofrecen cuadros que ningún artista plástico sería capaz de brindarte. Que ninguna escenografía podría superar, y te permite ver actores que jamás entraran en la comodidad de pintar una emoción sin sentirla. Me gustan las ventanas porque puedo salir volando a través de ellas.
Mi ventana, por ejemplo, me salvo de tardes de ocio y noches de insomnio. Me llevo a soñar junto a seres que nunca la conocieron o lo hicieron cuando ya no tenía interés de mostrarles todo el mundo que imagine a través de ella. Me ayudo a crear historias y a perder mi mente en segundos que se volvieron horas. Mi ventana del octavo piso: la que no quiero dejar. La que, desde niña, pedí tener. Que hoy tengo... y la pierdo en unos días.

martes, 28 de mayo de 2013

DF


El cigarro escupiendo humo, acomodado en el marco de la ventana. Millones de luces encendidas postrándose frente a mis ojos, recordándome que el mundo esta lleno de historias que no conozco. Que nunca conoceré. Entonces es que se despierta mi curiosidad. Es que comienzo a observar lo que ocurre en cada uno de los edificios, mientras la lluvia me acompaña con su encantador sonido y su húmeda presencia. La lluvia y un sonido poco angelical, proveniente de alguna casa en donde una mujer ha tenido el valor de tomar el micrófono para cantar un éxito que me recuerda a la secundaria.
Televisiones, computadoras, niños corriendo. Siluetas de desconocidos que jamás cruzaran con mi vida y que, sin embargo, hoy los veo presentes en ella. Millones de puntos tintineando a lo lejos, recordándome la inmensidad del lugar en el que estoy. El llanto de una ambulancia avanzando por la calle. El silencio después de que la mujer ha parado de cantar, al mismo tiempo que la lluvia  dando paso a que la ciudad cante por cuenta propia. El tiempo corriendo en la vida de los otros. En la mía. Observo con calma cada movimiento, esperando que ocurra algo en las pequeñas pantallas de la vida ajena que, hoy, me he atrevido a observar. A analizar con minuciosa delicadeza, como queriendo adivinar su pensamiento. Nada. La gente duerme o simplemente no se acerca a su ventana. Sólo yo. Solamente yo me asomo por la mía para ver a los demás. O quizá lo hago con la esperanza de ser vista por otro más que, en algún edificio, haya frenado su noche a causa de la curiosidad. 
Trato de recordar la primera vez que me mi mirada cruzo este marco en el que me encuentro hoy, y me sonrío al notar lo mucho que ha cambiado mi pensamiento. La falta que me hacía alguien que se asomará y disfrutará este espectáculo conmigo... y sin embargo, ahora, lo observo celosa y egoísta, como queriéndolo guardar para mi misma. Para mi mente que no quiere desprenderse de este momento. Que no quiere que el tiempo avance. Y ahora que veo pasar los meses, acercarse a su final, es que entiendo lo que mi curiosidad me quiere explicar. Y no, no me quiero ir de aquí.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Júzgame.


Y qué si amo a esa niña que llora y se deprime en una esquina de su habitación. Qué de malo tiene si la acepto como tal y la arrullo entre mis brazos… si la miro con sus ojos nublados y le cuento que llorar no está mal. Que no es prohibido. Quién me juzgara si decido que no me da miedo ver sus días de soledad. De dolor. De recuerdos proyectados en mordidas a sus labios. Quién levantará la voz si digo que la quiero tal cual es, aun cuando veo como corre su sangre entre sus manos por decisión propia. Porque es su eterno mecanismo y no lo quiere abandonar. ¿Quién?... cúlpenme pues, pero no la culpen a ella, que ya demasiado a sentido. Déjenla llorar de vez en cuando y marcar con navajas su piel, si eso la hace sentir mejor. Dejen a mi niña y déjenla liberarse si, gracias a eso, después volverá a sonreír. 

lunes, 18 de marzo de 2013

Así te quiero.

Te quiero fuera de mis sueños porque en ellos ya te tengo. Te quiero tomando mi mano. Te quiero real. Sujetando mi cintura. Saltando conmigo. Mirando con los ojos bien abiertos. Escribiéndonos los días el uno al otro. Te quiero para quitarme esta mascara que llevo cargando desde hace ya algún tiempo. Te quiero para que me quieras como yo te quiero... Me quiero en tus brazos, entregada. Me quiero mirando tus ojos, cerrando mi mundo para vivir en ti. Me quiero loca, me quiero perdida, soñando despierta por caminar contigo. Me quiero queriéndote como tu me quieres a mi.

Te quiero... Te quiero llegando, existiendo. Apareciendo en mi realidad, provocándome, por fin, existir.

lunes, 4 de marzo de 2013

Confesiones.

Me siento como Sor Juana con su Silvio y su Feliciano... con la única diferencia de que yo a ninguno amo y sí a todos los codicio. 


*


Yo, la que no cierra ciclos porque no le gusta perder labios que besar. Porque disfruto de mantener la colección completa…

Por un momento, te recuerdo.


Hay días en que, sin previo aviso, pienso en él. Aunque no quiera, aunque busque evitarlo, pienso en él. Como cuando el aleatorio del reproductor, me sorprende con un "track" que no esperaba escuchar... y simplemente no puedo quitarlo, lo escucho y dejo que los recuerdos lleguen y me toquen... él con su "palabra prohibida", con su número 6, con su voz y sus canciones... él que fuera mi él. Dueño de mis letras, yo de sus notas... él, que me demostró que puedo sentir, que tanto me dio y me hizo crecer... y sonrío. Sonrío porque existió. Porque en algún momento existimos juntos. Él, al que sólo una cosa me queda por decirle: Gracias, muchas.

Para nadie. Para todos.

Tu mujer perfecta es aquella que conoce tus gustos por completo y puede hablar de ellos, contigo, por horas... porque evidentemente, tiene los mismos gustos que tu. Escucha tu música, ve lo que tu ves y habla tu mismo idioma... Lamentablemente, amor, yo no soy tu mujer perfecta. Tengo un mundo diferente al tuyo que, sólo en algunos puntos, tiende a rozar la apariencia de tu atmósfera. Yo, éste ser para ti desconocido, soy tan sólo una mujer con el corazón dispuesto y la mente abierta. Dispuesto a entregarse a un amor desmedido, que traspase los limites de la realidad y nos lleve a lo más profundo de nuestro imaginario. Abierta a conocer tu mundo e involucrarme en él; permitiéndote ver el mio, incluso en sus partes más oscuras. Yo no soy tu mujer perfecta, amor... yo soy tu mujer ideal.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Querido Señor:

Aprendí a entregarme con el corazón abierto y la mente atenta... Por eso es que debo advertirle, amado mío, que aunque le entregue el alma en cada suspiro, mantengo la mirada alerta. Nunca ciega ante nuestra realidad. Por eso es que debo advertirle, amor mío, que aunque en mis ojos usted encuentre abrigo, yo le estoy pagando igual...

miércoles, 17 de octubre de 2012

Te extraño

Pero, ¿qué le ocurre querida actriz? ¿De nuevo hablando sola?... no me diga, por favor, que se encuentra extrañando. Que ha vuelto a su antigua costumbre de sacar la ficción a su vida. De utilizar su "trabajo de imagen" para estar con seres que no están más por aquí... Sí, me lo suponía, ese aspecto de su vida nunca cambiara... le encanta provocarse esquizofrenia.

viernes, 31 de agosto de 2012

Septiembre.


Me pican los miércoles que se nos fueron... las tardes completas soñando contigo. Las tazas llenas de café frío. Me queman las imagenes implantadas en mi torso, efecto de cada abrazo que nos dimos.  Quema ese primer encuentro en que te entregue mi alma. Ese choque de dos cuerpos aterrorizados. Pintados con el temor de perder al otro, descubriendo, en un abrazo, que había más, detras de nuestros ojos.
Me sofoca aquella noche sin saber que hacer. Recargando mi frente con la tuya. Contemplando tus ojos, respirando tu boca. Me atormenta esa primera caricia de tus labios. La forma en que calmaste la agresión de mis recuerdos... como cambiaste sus manos por tus labios...
Me estremece ver como ha corrido el tiempo, como nos ha llevado a caminos siniestros. A medias noches de sueños contigo. A las manos de personas, antes, no presentes...
Me pica, me quema, me sofoca, me estremece... me mata volver al día en que todo paso... con la marcada diferencia que hoy, tu, ya no me cuidas...

viernes, 3 de agosto de 2012

Malicia.

Desde que tenía memoria, Luna, nunca soñó con ser una princesa. Eliminaba los finales de los cuentos y los cambiaba para que, al final, fuera la bruja la que, con artimañas deshonrosas, se quedará con el amor y casi esclavitud del príncipe. Soñaba con aquellas vampiresas que devoran el alma de los hombres con sus encantos. Con las sirenas que perdían a los marinos, enamorados de su canto y de su voz. Quería ser una de ellas. Abrazar con su perfume a todo aquel que pasara a su lado... y un día, sin darse cuenta, lo logro.
Con el paso de los años, Luna se convirtió en una mujer deseable. Un ser de mirada útil para la mentira. Porque ella tenía esa mirada infantil que hacía que todo hombre, que se encontrara ante sus ojos, cayera de inmediato en la jaula de sus amores. Esa mirada que los obligaba a creer en ella, muy a pesar de la razón. A perdonarla y sentirse culpables ante cualquier fallo de la relación. 
Luna era perfecta. Tenía un manejo meticuloso hacía los graves de su voz, y conocía los momentos adecuados en los que debían convertirse en agudos. Sabía ser un súcubo mortal. Un demonio enamorado de los efectos de su cuerpo ante los demás. Un ser que irradiaba sensualidad en cada choque de su cuerpo contra otro. Que provocaba adicción al simple roce de su piel. Que robaba almas y corrompía espíritus. Deseada y admirada por la cantidad de hombres que, ella misma, elegía. Era todo lo que alguna vez había soñado. Compartiendo sus amores. Cruzando la linea entre la maldad y la bondad, cada segundo de su vida. Actuando sin escrúpulos para conseguir lo que quería de cada persona que se le acercaba. Manejando sus mascaras a voluntad...
Pero fallo. Hubo un punto con el que, desde que era niña, no contó. Luna era humana. Ella no provenía de la ficción, ni había sido creada por seres del inframundo. Al final, Luna era una mujer como cualquier otra. Una mujer que por las noches, y en silencio, se imaginaba abrazada por alguno de sus tantos hombres, acurrucada a su lado. Repitiendo el mismo acto la noche siguiente, y la siguiente... besando unos mismos labios cada amanecer.
Y es que al final, no pudo evitarlo. Se descubrió víctima del mal que aqueja a toda aquella que juega a ser Femme Fatale...  los tenía a todos, y a la vez no tenía nada... 

jueves, 2 de agosto de 2012

Sí, te voy a extrañar.


Puse mis labios en tu mejilla, deseando encontrarme centímetros a la derecha; enrolle mis brazos en ti y rápidamente te vi salir. Te observe por la ventanilla del camión, mientras cada segundo me llevaba a pensarte más y tenerte menos.
Pensé en tus ojos. En tu rostro reflejado en los mios. En las muchas veces que hablaste de lo que mis ojos te decían. De todo aquello que, sin querer, te ocultaban. Los cerré y sentí la realidad girar en mi propia ficción, proyectando aquel momento que debía crear. Porque debía bajar de ese camión. Debía correr a aquella terminal y besarte hasta el último segundo de tu estancia a mi lado. Mirarte hasta que mis ojos dejaran de gritar cosas que ni yo misma me sé explicar. Rodearte con mi brazos para exigirte que no te enamores. Que me busques en tus sueños más profundos y encuentres, en mi, aquello que no entiendo. Aquello que deseo me expliques. Que expliques cada mirada, cada sonrisa, cada imagen que no me consigo sacar. Que me cuentes cuándo nacieron y por qué las hiciste tuyas. Quiero que escribas y borres en mí. Que dictes lo que debo pensar sobre este "nosotros" que se formo cuando sólo buscaba un "tu y yo"; y borres las acotaciones que mi imaginación desastrosa se ha atrevido a poner de más. Debía exigirte que no olvides las horas que nos dimos. Gritarte las noches que abrace tu cuerpo, que dormí mi mente para no decirte nada. Que mire tus ojos sonreírme cada que nos despertábamos. Prohibirte hacer con otro ser lo que conmigo hacías. Porque yo no comparto almohada con cualquiera, no ocupo apodos con cualquiera... Debía impedirte, si quiera, acercarte al mar sino es para pensar en aquel momento que me hizo inolvidable para ti... y al final, verte partir con mi imagen bien tatuada en tu cuerpo; con esa adicción que, presumías, te creaba; latente en cada poro de tu ser. Quería, y debía, pedirte eso y mucho más... entregarte ese anillo que tanto te querías llevar... pero permanecí en mi asiento con los ojos cerrados. Callada dejándome con mis dudas. Dejando que te cures de está adicción que me hacía la droga más feliz de todo la existencia... la droga más caduca, ahora que te vas... ahora que, yo misma, me descubro rompiendo mis reglas... deseando desabrochar ese negro cinturón.

domingo, 29 de abril de 2012

Nubes.

Tengo todo y no tengo nada. Al final, nunca tengo nada... Me sumerjo, por instantes, en una realidad que no me pertenece. Me amarro a algún cuerpo y finjo, al menos para mi, que nunca más se alejara del mio. Que despertara mañana buscándome en su cama. Soñando y despertando conmigo... 
Creo, en mi imaginario, un mundo en el que, aquello que deseo, me desea y me pertenece. Que me encierra en sus pupilas y me permite asomarme en su parpadeo, sólo para constatar que el mundo gira, aun, sin mi presencia... 
Sueño que llego a los limites de mis metas. Que rompo, con una mirada, todo aquel bloque que interrumpa mis pestañas... Sueño que llego a tiempo. Sueño, y como todo sueño, despierto. Me despierto impuntual en la vida de aquel que, de haberme conocido antes, me habría dado todo... que, de conocerme después, se habría entregado, sin miedo, a mi maraña emocional... Impuntual. Impuntual en la vida de todo ser que he deseado poseer. Que he buscado mantener en los limites de mis locuras... que he perdido para el disfrute de alguien más.  
Impuntual en el destino. 
Tristemente impuntual en mi destino...

viernes, 20 de abril de 2012

Sumergida.


Y de pronto me descubro ahogándome. Llenándome de agua los ojos resecos. De imágenes, los ojos perdidos. Y me atraganto con suspiros, de quien sabe que ilusión, que no logré culminar... que mate en medio de la oscuridad de mi mente dislocada. Mi mente descubierta ante una realidad que siempre tuvo frente a ella... Que deseó ignorar. Que fingió no soñar. 
Me descubro riendo de mi misma por la estúpida ilusión de ser tan leve y volátil, como lo son muchas... Leve para ver sólo tu cuerpo e ignorar lo que tu aliento me daba. Lo que tus ojos me mostraban de ti... Volátil para convertirte sólo en un recurso a disfrutar en momentos ocultos. En tardes obscenas de mi piel fundiéndose en la tuya... leve y volátil como no pude ser... como no sé ser... como nunca podré ser... 
Me descubro queriéndote ahora que sé que ya no estas... que no estarás. Que no podré, siquiera, volver a disfrutar de tu sudor en mis manos. Volver a dormir abrazada a tu cuerpo... 

A tocar ese negro cinturón...