jueves, 8 de agosto de 2013

Octavo piso.

Había una cosa de la que ella siempre tendría seguridad. Sabía que, al llegar la noche, se acercaría a la ventana y, lentamente, desnudaría su cuerpo justo frente a aquel marco de metal. Lo que nunca logró descubrir, era si lo hacía por la exaltación que le provocaba pensar que alguien pudiera estar observándola desde algún punto lejano, o simplemente por sentir como el aire era capaz de tocarla como ninguno hombre jamás lo haría..