miércoles, 8 de mayo de 2013

Júzgame.


Y qué si amo a esa niña que llora y se deprime en una esquina de su habitación. Qué de malo tiene si la acepto como tal y la arrullo entre mis brazos… si la miro con sus ojos nublados y le cuento que llorar no está mal. Que no es prohibido. Quién me juzgara si decido que no me da miedo ver sus días de soledad. De dolor. De recuerdos proyectados en mordidas a sus labios. Quién levantará la voz si digo que la quiero tal cual es, aun cuando veo como corre su sangre entre sus manos por decisión propia. Porque es su eterno mecanismo y no lo quiere abandonar. ¿Quién?... cúlpenme pues, pero no la culpen a ella, que ya demasiado a sentido. Déjenla llorar de vez en cuando y marcar con navajas su piel, si eso la hace sentir mejor. Dejen a mi niña y déjenla liberarse si, gracias a eso, después volverá a sonreír. 

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