martes, 27 de marzo de 2012

Que no he sabido...

Y entonces llega el momento en que ni siquiera logró retratar, en letras, lo que mis ojos están gritando... Lo que, por dentro, me rasguña. Me carcome. Me permite maldecirme. Aquello que me incita a descubrirme frente a ti... Pero lo callo. Y finjo. Y actuó con la alegría que debería impregnarme en este momento. Esa alegría por ti que, mi egoísmo, no me permite sentir... porque te quiero aquí. Te quiero aquí... Te quiero sintiendo un deseo por no alejarte de mis brazos. Posesionado por tus instintos. Transformado por pensamientos que te lleven a evolucionar tu atracción por mi... 


domingo, 11 de marzo de 2012

Róbame.

Mírame. Vuela tus ojos hacia mis labios que buscan morder tu cuello. Hacia estas manos que han tocado ya, tu espalda desnuda. Que han sentido tu cuerpo agitándose en el mio. Que te buscan y te anhelan teniéndote tan cerca. 
Mírame morder mis labios por no poder besar los tuyos. Por tener que hablar contigo, sintiendo tu aliento, y sabiendo que no puedo seguir el impulso de dejarte sin él. Y no puedo porque mis encuentros contigo no están hechos para el dominio público... Porque el anonimato nos divierte. Nos motiva.
Mira mis ojos, que tan bien sabes leer, y escucha lo que te piden, lo que te ruegan. Mira mis ojos y devórame con tus labios. Torturame con tus manos. Apriétame a tu cuerpo y has que me olvide de que, en algún momento, fuimos dos.
Olvida ese acuerdo silencioso y roba mi estabilidad. Róbame completa y llévame a un rincón en el que nadie presencie el impulso de mis labios sobre los tuyos. Un espacio en el que te muestre las ansias que tengo por volver a estar contigo. Un lugar. Uno que exista, siquiera, en tu mente. Llévame, en tu mente, a donde tu quieras y después... después regresa para que sigamos "actuando" tan naturales como siempre lo hemos hecho...

Nube negra.

Caminaba por la habitación como buscando una salida para su mente. Cerraba los ojos y se maldecía por no tener la capacidad de asesinar sus sueños. De aniquilar los segundos de su imaginación. Se maldecía por no poder desbordar de su cuerpo esa película interna. Esa en la que él seguía apareciendo al cerrar sus ojos. Lo extrañaba. Extrañaba aquel roce secreto que sus labios tenían contra su piel húmeda. Aquel tacto indiscreto que la elevaba hasta las más sublimes ensoñaciones. Lo extrañaba en ella. Torturándola. Haciéndola exhalar 1302 suspiros... Extrañaba su cuerpo. Y de una manera irónica, deseaba sólo extrañar eso. Deseaba sólo añorar su sudor porque sabía que seguiría sintiendo. Con él, con otro, con todos los hombres del mundo. Sabía que volvería a explotar. A gritar y dirigir su mirada desorbitada al cuerpo de otro hombre... 
Pero, ¿y sus ojos...? 
Y esa forma dulce de hablarle, de tomarla de la mano... 
¿En dónde volvería a encontrar unos brazos que le den seguridad? 
¿Quién se atrevería a romper sus miedos con tal habilidad?

Había caído en cuenta de su desgracia y, ahora, permanecía tirada en un rincón, con la mirada fija en la puerta. Deseando con todos sus sentidos que salir de su mente, de sus recuerdos, de él... fuera tan fácil como salir de aquellas paredes negras que aprisionaban su cuerpo. 

El problema era que a él no sólo lo deseaba... también lo amaba.