Lo único cierto es que su mente volátil nunca le hubiera permitido salir por los senderos que la imaginación no navegada. Le daba miedo pensar en que ese “gusto” llegara a convertirse en algo más. Porque la distancia aterra. Porque no pensó volver a encontrar una persona con potencial. Con ese "algo" que le aseguraba que podía perderse por él. En él. Ese "algo" que tenía a 5 silbidos de la realidad. A un pestañeo de sus palabras.
Ningún tipo de alimaña, el precipicio más grande, ni el silencio más profundo, le daban el terror que su presencia causaba. Ningún sueño apocalíptico, ni novela surrealista; le daban a sus noches tantas sonrisas como las que él provocaba. Siempre con la ilusión de un inesperado viaje. De acercarse a aquel que prometía lo que nadie más a su alrededor.
Pero supo escapar. Uso su escudo femenino. Esa crueldad de género que siempre la hace fuerte. Que siempre le da el poder de huir de lo que realmente podría convertirse en amor. Dolor.
Alguien más. Sin potencial. Vigilando su casa. Esa casa que solo él ocuparía.